5.1.13

Capítulo 11


Entré en la residencia, se había hecho muy tarde por lo que no esperaba encontrarme a nadie despierto. Iba de puntillas para no hacer ruido. Subí las escaleras y metí la llave en la cerradura. Estaba todo a oscuras, y al intentar ir al escritorio a poner a cargar el móvil, tropecé con la esquina de la cama. Solté unas palabras no muy agradables que digamos. La luz de la mesilla se encendió.

- Joder, que puto susto tía. - dije llevándome una mano al corazón y soltando la sudadera de él, que cayó al suelo.

- Cuánto has tardado, ¿no? Bueno, cuéntame, ¿cómo se llamaba el chico ese? ¿Estaba bueno? - me dijo Bibi incorporándose. Mi cara cambió totalmente y se me paró el alma a la vez. ¿Cómo es que se había enterado ya de lo que había pasado? Era imposible.
- ¿Qué chico? - dije yo intentando allanar las cosas.
- El de la fiesta - fruncí el ceño - con el que te has ido a pasarlo "bien" - puso un énfasis especial en esa palabra.
- ¿Cómo? No me estoy enterando - ¿de qué narices hablaba?
- A ver, tu te has ido de tu propia fiesta, que por cierto me parece muy mal porque he tenido que recoger yo todo, y te has ido con algún chico a hacer yo que se qué.
- Tía, tu estas mal ¿no?
- Ah... ¿No ha pasado eso? Pues todo el mundo cree que sí - genial, ahora todo el mundo pensaría que estaba por ahí dándole al tema con un chico - Por cierto, ¿has visto a Amelia?
- ¡Dios, tengo que hablar con ella! - fui hacia a puerta pero me di la vuelta - Y a todo esto, ¿qué haces tú aquí? 
- Pues no me acuerdo muy bien... Creo que tenía que decirte algo... Pero no lo recuerdo - la miré con una ceja levantada. Parece que había seguido bebiendo después de que me fuera - ¡Ah, sí! Ya me acuerdo. No te lo vas a creer. ¿A que no sabes a quién han visto paseando cerca de aquí con una chica?
- Eh... ¿A quién? - me temía lo peor.
- ¡A tu irlandés preferido! ¡A nuestro Niall!
- AH, ¿sí? Y... ¿quién era la chica?
- Pues no losé, nadie lo sabe.
- ¿Y como saben que era una chica?
- Llevaba tacones.
- Entonces... ¿el que los ha visto se ha fijado en si llevaba tacones y no en la cara de la persona que iba con Niall?
- Aiiins, no sé... yo no estaba ahí. A mi solo me dijeron que vieron a Niall con una chica paseando por aquí. ¿Te imaginas que era una de la residencia? - Se le iluminó la cara, y a mí se me congeló el cuerpo - ¡Nos podría presentar a los demás chicos! ¿No sería genial?
- Sí, sería genial - dije soltando una falsa sonrisa.
- ¿Y si no estabas con un "supuesto chico", donde estabas?
- Pues...

*FLASHBACK*


El beso me pilló de sorpresa. Durante un segundo, no supe que hacer, ni como reaccionar. Pero rápidamente se me despejó la cabeza y aparté a Victor de un empujón.


- ¿Pero que coño haces tío?

- Creía que tu querías lo mismo... - me miró con una cara como si le hubiese hundido la vida para siempre.
- Pero Victor... Joder, ¿qué es lo que no entiendes de SOLO amigos? Tío, que eres como mi hermano. No me hagas esto... 

Giré la cabeza hacia los lados, mirando si alguien se había dado cuenta de lo que había pasado. Nadie parecía que se hubiese percatado de lo ocurrido, todos seguían a lo suyo. Salvo una cara conocida, que me miraba con los ojos llorosos.


- Amelia, ¿qué has visto?

- Todo. - la cogí del brazo con intención de llevármela a algún sitio a hablar - Déjame, por favor. - Su voz sonaba rasgada, el alma se me rompió en mil pedazos mientras veía como salía corriendo del salón, llegando hasta el final del pasillo y abandonando el edificio finalmente.

Me giré de nuevo hacia Victor, que parecía no entender nada.


- Tú y yo - dije apuntándole con el dedo - ya hablaremos cuando vuelva.

Salí corriendo de la sala, siguiendo el mismo camino que había recorrido Amelia segundos atrás. Salí a la calle y empecé a correr y a gritar su nombre, pero todo fue en vano, pues no me respondía. Así seguí unos quince minutos más, metiéndome en calles que no conocía, perdiéndome en un laberinto de chalets todos iguales. Tenía que encontrarla, decirla que yo no quería nada con Victor, y que todo había sido cosa de él, que yo no la traicionaría.

Pero ya era demasiado tarde. Eran las diez y media de la noche y yo no podía más, mis pies me estaban matando.
Me apoyé en un muro blanco, de gran altura, y fui arrastrando mi espalda contra este hasta que me senté en el suelo. Me quité los tacones, encogí las rodillas y enterré mi cara en ellas. No sé cuánto tiempo pasé en esa postura, si segundos, minutos, u horas. Hoy había sido un día muy movido. Demasiadas emociones en un mismo día. Necesitaba descansar. Empecé a cantar 'Crash' de Sum 41 mientras las lágrimas caían por mis mejillas. 
El sonido de unos pasos que se acercaban hizo que me callara, pero no por eso levanté la cabeza.

- ¿Es que ya nadie puede estar a solas un puto momento, joder? - dije en español, con intención de que aquella persona desconocida se diera la vuelta.

- ¿Espaniola? - dijo una voz masculina, intentando calcar mi idioma, sin conseguir decir la ñ.
- Sí, ¿algún problema? - tenía curiosidad por saber quien era el chico que se había interesado en acercarse por lo que levanté la cabeza para mirarle - Hostia puta. TÚ.

Mi mente era un sin fin de emociones. ¿Qué se supone que debía hacer? ¿Gritar, echarme a reír,  sonreír como una estúpida, llorar, huir...? ¿Cómo debía reaccionar? No tenía ni idea. Lo único que sabía era que él estaba de pie mirándome, sin moverse, esperando a que dijese algo.


- ¿Qué... qué haces por aquí? - dije ya en inglés.

- Sacando la basura - respondió él levantando la bolsa que llevaba en la mano. Increíble. Increíble esa cualidad que tenía de derretir a cualquiera con cualquier cosa que decía.
- Espera... Si estás sacando la basura... Eso significa que tu casa está aquí cerca. 
- Estás apoyada en ella. - mis ojos se abrieron como platos - bueno, no exactamente en mi casa, sino en el muro que la rodea.

No sabía que responder. Ahí estaba yo, en el suelo, hablando con el mejor chico del mundo. Petrificada; esa sería la palabra que me definiría ahora mismo. No podía, no puede ser, esto no está ocurriendo. Todo son imaginaciones mías. ¿Por qué narices tendría que haber bebido? Claro, ahí estaba yo, imaginándome cosas que me cruzaban los cables. Con una mano me pellizqué en el brazo, para ver si todo era real, pero el dolor aclaró las cosas. Él debería estar flipando al ver que no reaccionaba ante nada, una chica tirada en el suelo que no se movía. Entre esto y lo de las latas de Cocacola debería estar desconcertado... Pero seguro que no más que yo.

Finalmente, dejó la bolsa en el suelo y se me acercó, sentándose a mi lado. "A ver Lidia, él es un chico normal, no te va a hacer nada, y si te pones a gritar se va a asustar. Solo es un chico que se ha sentado al lado de una chica, y nada más." pensé. Pero la verdad es que una no podía hacer caso a esos pensamientos cuando tenías a menos de un metro a los ojos más bonitos del mundo.

- Soy Niall Horan - dijo mirándome y sonriendo con esa dentadura tan perfectamente imperfecta.

- Ya lo sé - dije sonrojándome. Claro que lo sabía, sabía todo de él. El soltó una pequeñísima carcajada. - Yo me llamo Lidia.
- Encantado - ahora mismo, literalmente  me estaba deshaciendo por dentro. - Bueno, cuéntame qué hace una chica a las once de la noche con un vestido de fiesta, unos tacones en la mano, y lágrimas en los ojos. - Oh dios, es verdad, había llorado. Tendría todo el rímel corrido y la cara hecha un asco. Muy bien Lidia, no sé como lo haces pero siempre estás hecha un asco cuando te lo encuentras.
- Nada, cosas mías... es una tontería.
- Creía recordar que por las tonterías no se llora - Dios, era lo más adorable de este mundo.
- Eh... es que no sé si... - me miró con esos ojos tan azules que tenía, haciendo que me olvidase de todo lo demás. Como si me hubiese hipnotizado, le empecé a contar todo lo que había pasado, desde la tarde en la que fui al cine hasta el momento antes de que el apareciese. No sé cómo lo hacía, pero algo tenía él que me hacía sentir segura, que no me incomodaba, que podía ser yo misma con él y contarle mis problemas, sabiendo que el me escucharía, como si le conociese de toda la vida. Dios mío, estaba que no me lo creía.

- Por eso estabas triste esta tarde...- ahora me di cuenta.

- ¡Eras tú el del Mercedes negro! - me empecé a reír  La verdad es que me imaginaba que el que iba en el coche era un chulo de gimnasio que iba a lo que quería. Si lo hubiese sabido, me hubiese quedado en el banco.
- ¿De qué te ríes? - me preguntó serio, sin entender nada.
- Cosas mías... ¿Y por qué te ibas a bajar?
- Pues te vi llorando, se me entristeció el alma y decidí bajarme para ver que le pasaba a la chica que un día estaba perdida con un mapa en las manos sentada sobre unas maletas y que tiempo después se cayó sobre las latas de Cocacola. - se rió. Pero yo en ese momento no podía respirar. No sabía si era por vergüenza o porque moría de amor.
- Eh... se está haciendo tarde - cambié de tema, no quería que me viese con una cara de enamorada subnormal - y tengo que volver a la residencia.
- ¿Residencia Hampton? - asentí - eso está cerca de aquí, deja que te acompañe.
- No no... no quiero molestar.
- No es molestia - dijo sonriendo - ¿sabes lo que le harían unos perturbados a una chica tan guapa como tú si te ven andando sola en la noche por aquí? - me miró serio y se volvió a reir. Pero yo simplemente estaba sin habla. Esto era demasiado bonito como para ser real. - es broma, aquí no hay perturbados, o al menos yo no he visto a ninguno, pero no me parece bien que vuelvas sola. - Me puse los tacones, sin dejar de alucinar, y me levanté con su ayuda - Estas helada. Toda mi sudadera. - se la quitó y yo ya no pude más. Si quería volverme loca lo había conseguido. Me la echó por los hombros y empezamos a andar. En el camino de vuelta ninguno habló. Yo agachaba la cabeza, muerta de vergüenza, mientras le miraba por el rabillo del ojo. Él andaba observando el cielo, y cuando giraba la cabeza para mirarme, yo apartaba los ojos. Juro que esto no me podía estar pasando amí. Parecía una de estas historias que las directioners crean sobre alguno de One Direction y ellas.
Llegamos finalmente a la residencia, pero yo no me quería ir. Quería seguir con él hablásemos o no, su sola presencia hacia que me sintiese como si flotara.

- ¿Sabes qué? Yo creo que tu amiga te acabará perdonando, solo tenéis que hablar. Y si no, dala tiempo. Si es una verdadera amiga, apreciará tu intención. - como si fuese un acto reflejo, me lancé a él y le abracé. Al principio se sorprendió pero me lo acabó devolviendo.

- Lo siento - me sonrojé.
- No pasa nada. Me gusta que las directioners me abracen y se sientan bien.
- ¿Cómo sabes que... que lo soy?
- Por la forma de mirarme y por como te sonrojas por cada cosa que digo. - creo que más vergüenza no podía estar pasando. Hubo un silencio de unos segundos - Bueno, yo me tengo que ir yendo que los demás estarán preguntándose por qué tardo tanto en sacar la basura - Los demás. Oh Dios. Harry. Louis. Zayn. Liam. 
- Eh.. Gracias, por ya sabes, escucharme y acompañarme a la residencia.
- Ni las des. Una cosa Lidia, no le digas esto a nadie ¿vale? Es que se podría enterar gente que le de la vuelta a las cosas y complicarlo todo, y no te aconsejo que estés metida en las historias inventadas de la prensa. - asentí- Sé que puedo confiar en ti, lo presiento. - Se rió. Me volvió a abrazar pero esta vez fue cosa de él - Adiós- dijo alegremente mientras se alejaba.
- ¡Espera! - se dio la vuelta rápidamente - ¡Tu sudadera!
- Quédatela durante un tiempo. Así tendremos una razón para volvernos a ver - mostró su increíble sonrisa y continuó su camino hacia su casa. 

No sé cómo describirá este sentimiento la mayoría de la gente, pero definitivamente estaba locamente enamorada de Niall James Horan. Ya no había nada más seguro.

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