4.1.13

Capítulo 10


De repente caía, y me estampaba contra el suelo. Vi que tenía la pierna gravemente torcida. A mi alrededor había mucha gente, todos los de la residencia, que no me ayudaban a levantarme, ni Bibi ni Am ni Meg ni Victor ni Fabián. Miraba a todos incrédula. ¿De verdad? ¿Ni aunque me rompa una pierna me ayudaréis? ¿Seguiréis pasando de mí creyendo que no me doy cuenta? Una mano me cogió del brazo y me levantó como si pesase lo mismo que una pluma. Esa persona me cogió en brazos y salió corriendo de ahí, mientras su cara se iba acercan...

Me desperté sudando. La verdad es que no suelo tener pesadillas, es más, me gustan las pesadillas, me dan un punto de vista diferente sobre las cosas. Pero este sueño hizo que el cuerpo se me encogiera y mi cabeza no dejara de dar vueltas. 

Me duché rápidamente y me vestí con lo primero que pillé y bajé a desayunar. En el pasillo me encontré con Brigitte.

- Buenos días

- Eh... hola - me dijo.
- ¿Bajas conmigo a desayunar?
- Eh... claro.

De camino al comedor no volvimos a abrir la boca. Me puse en la bandeja un bol con cereales, zumo de naranja, leche y un melocotón. Y nos sentamos. Vi que ella comía mientras me miraba con el rabillo del ojo. Notó que a su vez yo la miraba de brazos cruzados sin haber probado la comida.


- Mmm... ¿no vas a empezar a comer? - me preguntó exagerando una sonrisa.

- Brigitte, en un mes he llegado a conocerte lo suficiente como para saber que te pasa algo. Bueno, a ti y a todo el mundo. Dímelo, en serio, puedes confiar en mí. Esto es una tortura.
- N...No pasa nada - soltó una pequeña carcajada mas falsa que un billete de 300 - Me voy, que llego tarde. - se levantó rápidamente, dejo la bandeja y se fue corriendo, dejándome con la palabra en la boca.
- ¿Pero que coño le pasa a todo el mundo conmigo? - me incorporé de la silla y me giré hacia todos los que estaban en el comedor, mirándome y cuchicheando - Sí, me refiero a vosotros, ¿os he hecho algo para que os comportéis de una forma rara? - Me fui corriendo a mi cuarto, cogí la mochila con los libros y salí pitando del edificio, no quería seguir ahí.

*NARRA BIBI*


Dios, que difícil era todo eso. Casi me pilla y echo todo a perder. Pero es que si me comportase como siempre seguro que acabaría soltando algo. Y Amelia y Megan me matarían. Han puesto mucho esfuerzo en esto. Pero me da pena Lidia, cree que la odiamos. Me acuerdo del día en el que estaba llorando y la consolábamos, y que ahora ella viese que estábamos como "raras" con ella podría ser muy duro y chocante a la vez. Uf... No sé si podría aguantar hasta el sábado. Tenía ganas de abrazarla y de volver a hacer las mismas chorradas de siempre con ella. Pero con lo torpe que soy seguro que metería la pata...

Menos mal que solo tendría que aguantar dos días más y ya está.

*NARRA LIDIA*


El jueves intenté evitar a todo el mundo, simplemente para no sentirme incómoda al lado de la gente. A veces se me acercaba alguien porque veían que estaba sola y yo intentaba aparentar que estaba bien. Pero no era así. 
El viernes fue un poco más de lo mismo, solo que me quedé esa tarde en mi habitación sin salir. Estos días se resumían en estudiar, dormir, comer helado de Ben & Jerry's y escuchar música. 
El sábado me desperté muy tarde, y me puse unos pitillos y una sudadera. Salí afuera, a dar un paseo, pero acabé cogiendo un bus que me llevase al centro de Londres. Me hinché de comida basura y como no estaba cansada, decidí andar un poco, a ver si a lo tonto y a lo loco llegaba a la residencia andando.
Caminé durante una hora y media, y cuando no podía más me senté en un banco y me puse la música. Empezó a sonar 'Stop Crying Yur Heart Out' de Oasis y rápidamente las lágrimas empezaron a caer.
No me preocupaba por si alguien me veía, principalmente porque me encontraba en una calle llena de chalets con las aceras desiertas, y sin ningún coche en la carretera que atravesaba toda la calle. 
Para sorpresa mía vi un Mercedes negro, la verdad es que creía que no iba a ver a ningún vehículo ahí. Levanté la cabeza y vi como el coche se paraba a la altura del banco en el que estaba. Divisé la figura de una persona tras el cristal tintado de los asientos de atrás y noté como la puerta se iba abriendo poco a poco. Me levanté rápidamente y me adentré en el parque que tenía detrás. 
Hice esto porque me había asustado, lo admito. Nunca fui muy partidaria de acercarme a desconocidos, y más si era un grosero que iba a bajarse para seguramente intentar arrimar un poco cebolleta aprovechando que había una chica triste con baja autoestima. No aguantaba a la gente que hacía esas cosas, creyendo que podría conseguir cualquier cosa. 
Atravesé el parque de una punta a otra y me di cuenta de que ese era el parque en el que había estado con Megan. Al parecer no iba en mal camino. Seguí andando hasta llegar a la residencia, subí a mi cuarto y me duché. Eran las seis de la tarde. Me tumbé en la cama con la toalla aún enrollada en mi cuerpo y lenta e involuntariamente caí rendida ante Morfeo.
Me despertó el sonido de 'Welcome to the jungle' de Guns and Roses. Eran un mensaje de Amelia, quería que bajase al salón. La verdad es que no tenía muchas ganas de estar con nadie pero tenía curiosidad por saber que quería, por lo que me vestí, me peiné y bajé.

*NARRA AMELIA*


Hace quince minutos que le había enviado el mensaje. ¿Lo habría leído? Seguramente. Pero a lo mejor estaba enfadada con nosotras y no quería vernos y por eso no bajaba... A lo mejor nos habíamos pasado con lo del plan: "evitemos un poco a Lidia para no cagarla y así que sea una sorpresa más grande para ella también". De repente Victor nos avisó de que estaba bajando. Uf... Menos mal. Si no todo habría sido en vano. Le miré. Estaba tan guapo... se había puesto unos pantalones beige y una camisa azul con las mangas remangadas. Hoy era el día, Amelia, hoy te lanz...
Mi pensamiento se vio interrumpido por el ruido de las puertas corredizas que se abrían lentamente.
- ¡SORPREEEEEEEEEEESA!

*NARRA LIDIA*


Todo pasó muy rápido, en menos de tres segundos, decenas de personas de habían lanzado a abrazarme y a felicitarme. Espera, no entendía nada. Vi el salón decorado con adornos de cumpleaños, en una pared había una tela blanca que la cubría y vi una mesa con Cocacola, Fanta y cosas así, aparte de comida. Busqué a mis amigas con la mirada, que estaban al lado de la cadena de música. Se me acercaron y me abrazaron.

- No entiendo nada - dije. ¿Me habían estado evitando esos días y ahora iban en plan de amiguitos haciéndome una fiesta?

- Yo te explico todo mientras tu te vienes conmigo - me dijo Bibi - Pero espera. - Se subió a un sofá y hizo un gesto con la mano para que todos se callasen - Estamos aquí para darle una fiesta a nuestra gran amiga Lidia que este lunes es su cumpleaños y ya tendrá 17 añazos. - La gente vitoreó mientras yo me moría de vergüenza. ¿Estaba borracha? - Ahora me la llevaré a que se cambié. No acabéis la comida por favor. - Me cogió de la mano y me llevó a los baños principales de esa planta. Me dio una caja. - Ábrela - la abrí y vi un vestido negro ceñido, que llegaba como hasta la mitad del muslo, con encaje negro que salía desde el escote que llegaba hasta el cuello rodeándolo  y con unas mangas francesas también de encaje negro. Abrí la boca mucho e iba a decir que no podía aceptar ese vestido, pero antes de decir nada, Bibi me tapó la boca - Es nuestro regalo, de parte de las chicas y estos tacones también - dijo enseñándome unos preciosos tacones altísimos con pinchos dorados en el tacón. - Vístete.
- Es precioso el vestido, y los tacones son alucinantes. Gracias. - dije abrazándola. Me metí en el baño de las chicas y me empecé a cambiar.
- Lidia...
- Ajá. - dije mientras me metía el vestido por la cabeza.
- Lo siento por pasar estos días un poco de ti. Es que ninguno de la residencia queríamos chafar la sorpresa de algún modo y decidimos que sería mejor que estuviésemos un poco distantes para evitar desastres.
- No pasa nada -dije sonriendo. Así que ese era el problema. Ahora todo el sufrimiento me parecía una tontería. Debí haberme imaginado que iban a hacerme algo parecido. - Pero una cosa, ¿como es que os han dejado hacer la fiesta? ¿Y cómo es que están todos los de la residencia?
- Pues mira - salí del baño - Guau. Estás pivón - si, definitivamente Bibi estaba borracha. - Pues mira, nos dejaban hacerla si no destrozábamos nada y si no había alcohol, cosa que sí que hay pero eso no lo saben los vigilantes. Pero shhh es un secreto. - dijo poniéndome un dedo sobre la boca. La verdad es que ebria era muy graciosa - Y luego han venido todos, porque la mayoría te adoran y los demás no se perderían una fiesta. Así que guay.

Me cogió de la mano y me llevó al salón. Allí vi que todo el mundo se giró y empezaron a aplaudirme. Yo estaba roja de vergüenza. Pero rápidamente todos volvieron a lo que estaban haciendo. Pasamos la primera hora bebiendo la "Cocacola" y la "Fanta de Limón" que en realidad era algún tipo de alcohol con estos refrescos, y estuvimos bailando todo el rato. La verdad es que agradecía todo esto. Era la primera fiesta en condiciones que me hacían por mi cumpleaños. Aunque me parecía raro que los vigilantes de la residencia no estuvieran... pero también, algún que otro sábado, estos se iban a pasar la tarde con su familia y cosas así.

Vi que Victor se me acercaba. No le había saludado en toda la tarde. Me lancé a sus brazos y le abracé, además de darle un beso muy sonoro en la mejilla.

- Tu vas un poco contentilla, ¿no?- me dijo susurrándome al oído haciéndome cosquillas y provocando que mi cuerpo se derritiera lentamente.

- Eso da igual. Es mi cumple. Puedo hacer lo que quiera. - me dedicó una sonrisa torcida hacia la derecha.
- ¿Quieres que te de tu regalo? - me dijo acercándose.
- ¡SÍ, SÍ, SÍ! - empecé a dar saltitos eufórica. Casi me caigo de aquellos enormes zancos.
- Vale, pero tienes que cerrar los ojos. - Resoplé y le hice caso, deseando encontrarme una tarta de chuches en frente mía o algo así. Pero, sin esperarlo, Victor acercó su cara a la mía y me besó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario