12.2.13

Capítulo 46


*NARRA MEGAN*

Si hubiese una palabra que describiese un momento perfecto, envidiable, inolvidable, en el que todo era felicidad y paz, en el que una se sentía a gusto con todo lo que tenía alrededor, seguramente la asociaría a cómo me siento ahora.
Y es que nada podría salirme mejor. Estoy donde quiero estar, en Londres, en una residencia cojonuda, un instituto cojonudo, con las notas de sobresaliente, tengo unas amigas geniales, soy amiga de uno de los grupos más famosos del mundo de hoy en día, y salgo con el chico que quiero, que es uno de ellos, y que me hace sentir única en este universo.
¿Craig? ¿Quién era ese? Harry me hace olvidar los malos momentos.

Por fin sonaba el timbre que daba por finalizadas las clases. Me había pasado todo el día en mi mundo, en un estado de alegría en el que una ve arcoiris y unicornios por todos lados, y estaba deseando que ya acabase el instituto para verle. Iría a casa, me cambiaría, comería con él y luego pasaríamos la tarde juntos haciendo yo que sé, a lo mejor simplemente nos pasamos el día en el sofá viendo la tele o algo así, pero los dos juntos, que es lo que importa.

Me levanté de mis sitio y junto con Lidia y Bibi nos encaminamos a las taquillas que teníamos para dejar los libros que no necesitábamos aquella tarde. 
Bibi nos contaba su perfecto mundo con Liam, los dos tal para cual, queriéndose, y seguramente haciendo planes de boda, vamos, esos no se separan ni aunque les obligues. La entendía, estaba enamorada. Lidia relataba su día de ayer con Niall, cuando arreglaron su enfado. Me alegraba mucho por ellos, estaban destinados a estar juntos, y verlos enfadados podía suponer perder la esperanza en el amor para cualquier persona. Buah, y es que me imagino a ellos, en casa de Niall con Maura delante... Vaya marrón. Cuando entraron en casa de Harry me estaba conteniendo la risa por dentro.

Ya habiendo pasado por las taquillas nos encaminamos a la salida.

- ¿Qué vais a hacer esta tarde? - las pregunté.
- No sé, veré al rubio, y algo haremos - dijo Lidia.
- Yo no tengo plan, Liam tiene dentista y no puede quedar. - comentó Bibi. - ¿Sabéis si Ele hace algo hoy?
- Creo que está libre, o eso dijo ayer, creo. - respondió Lidia - Puedes quedar con ella.
- Sí, la llamaré. ¿Y tú? - me preguntó. Salimos a la calle.
- Pues comeré con Harry, pasaré la tarde con él, o... ¿Por qué hay tanto ajetreo ahí? - señalé una parte de la acera, donde se había formado un gran corro de gente que gritaba y montaba alboroto.
- Tengo una ligera sospecha - dijo Bibi. Nos cogió a Lidia y a mí del brazo y tiró para meternos en aquel círculo de personas. Entre codazos y demás, nos hicimos un hueco de forma que veíamos la razón de tanto despliegue. 

Y ahí estaba, el causante de los arcoiris y unicornios, haciéndose fotos con algunas chicas, firmando autógrafos, etc. Puse un brazo en jarra, apoyándolo en mi cadera, y le sonreí poniendo los ojos en blanco.

- ¡Harry! ¡Harry! - se oyó gritar a una chica- ¡Una foto! - Harry se acercó a esta e hizo lo que la chica le pidió. Carraspeé la garganta aposta de forma que me oyó.
- Oh, parece que la Señora Styles ha llegado. - me cogió de la cintura y me dio un suave beso. De lejos se oía a alguna que otra chica gritar, e incluso sollozar. 'Sí, es mío de nuevo, guapetonas' pensé. Muy cruel, pero ajo y agua.
- ¡Han vuelto! - gritó una.
- ¡Marry! ¡Marry! ¡Marry! - corearon unas cuantas voces provocando que Harry y yo nos separásemos riendo.
- Bueno, chicas, me tengo que ir - dijo Harry despidiéndose - Me encantaría quedarme más, pero tengo una sorpresa para Megan y estoy deseando empeñarla. 
- ¿Qué sorpresa? - pregunté. A saber que tenía este en mente.
- Ya verás cuando lleguemos. 
- Ah, que es un lugar - asintió. Noté que su mirada se desviaba hacia otro sitio.
- Anda, pero si están aquí Bibiana y Lilian - les dijo a mis amigas para picarlas. - ¿Necesitáis que os lleve a algún sitio?
- No, no, disfrutad los dos solitos - dijo Bibi.
- Sí, no queremos cortaros el rollo.
- Vale, - respondió Harry.
- Chicas, ¿me podríais llevar esto a la residencia? - les tendí mi mochila con el material, no sin antes haber cogido mis cosas personales.
- Claro que sí, princesa, nos vemos después - dijo Lidia.

Nos despedimos de ellas y tanto Harry como yo entramos en el coche.

- Megan, sé que no te gustan las sorpresas, pero tengo que taparte los ojos.
- Oh, no. Eso es muy cliché, Styles.
- Pero es que sino me vas a fastidiar el plan.
- Vale, venga, pónmela. - segundos después estaba con los ojos cubiertos por un pañuelo. Mmm, olía a él. Noté que el coche se movía. - ¿A dónde vamos?
- Ah, secreto.
- Joe... ¿Es al acuario de nuevo? - dije sonriente.
- No, pero casi.
- Mmm, al zoo.
- No.
- ¿Y a una residencia canina?
- No.
- ¿Y al circo? - rió.
- No. Y además si lo dijeses no te lo afirmaría. Seguirá siendo una sorpresa.
- Vale, muy bonito. Oye, ¿y está lejos? 
- A una hora en coche.
- ¿Y voy a pasar una hora sin comer?
- No, ya he pensado en eso. - de repente noté algo sobre mis muslos - En esta bolsa hay varios sandwiches y dos botellas de agua. Si tienes cuidado, podrás comerlo sin complicaciones.
- ¿Con los ojos tapados? 
- Con los ojos tapados. - repitió.

Nos pasamos todo el trayecto hablando, diciendo chorradas, cantando las canciones de la radio, preguntándole por la supuesta sorpresa, etc. Hasta que el coche paró. Harry me ayudó a bajar, y sin quitarme el pañuelo, me condujo por un camino. Sabía que estábamos cerca del mar, podía olerlo y que había mucha naturaleza, el olor de árbol predominaba en el lugar.

- ¿Puedo quitármela ya?
- No, pesada - me dijo.
- Harry, como no me la quites en tres segundos va a haber serias cons... - no pude seguir hablando porque me calló con un beso - Serias... eh... ¿Qué estaba diciendo? Joder, Harry, me lías - se rió.
- Ya puedes quitártelo.
- Por fin. - me llevé las manos al nudo del pañuelo y lo deshice, dejando caer aquella tela. Me quedé de piedra cuando vi lo que tenía ante mí. No podía ser posible. Hacía años que no venía a un sitio como este - Harry... es... es... ¡Es una granja! - dije entusiasmada tirándome a sus brazos y dándole besos por toda la cara.
- Zayn me ayudó. - dijo apartándose un poco pero sin soltar mi cintura - Me contó que de pequeña ibas a una granja, pero que dejaste ir cuando pasó lo de tu madre.
- Sigo sin creerme que me hayas llevado a aquí. Joder, Harry, cómo te quiero. - volví a besarle.
- Podría estar todo un día entero escuchando como me dices esas palabras. Pero primero tengo que enseñarte algo.

Me cogió de la mano y nos dirigimos a una gran casa roja, hecha de tablones de madera, con un tejado blanco de tejas, y con un gallo de metal en la punta de este, que indicaba la dirección del viento. Entramos por una gran puerta de madera, que se abría deslizándola. Harry me arrastró al interior. Dentro había mucha paja, se podían ver dos pisos. A la derecha estaba un ala destinado a las aves, otro lugar era para los cerdos, y a la izquierda, en un espacio mucho más grande, había alguna que otra vaca. En el piso de arriba, se podían distinguir varios tetraedros de paja de reserva.

- Oye, ¿y los dueños? - pregunté aún un tanto asombrada.
- Estarán por venir.

Y en efecto, tal como dijo Harry, aparecieron un señor y una señora, ambos vestidos con petos vaqueros, una camisa blanca debajo, botas de goma altas y un sombrero de paja. Detrás de estos iba un San Bernado precioso, con la lengua afuera. El perro vino rápido a mis pies. Me agaché para acariciar su brillante pelaje que alternaba blanco y marrón. Por el tamaño debía tener unos meses, quizás llegaba casi al año. Le cogí entre mis brazos mientras nos acercábamos a los granjeros.

- Veo que ya has conocido a Danke - dijo la señora amablemente. Asi que esa preciosidad se llamaba Danke... Jope, ahora quería un perro.
- Sí, vino hacía mí con mucho entusiasmo.
- Yo Theresa. Y este es mi marido Gerard.
- Encantada - les saludé - Soy Megan.
- Y a mí ya me conocéis por las llamadas. - dijo Harry.
- Sí, Harry. - dijo Gerard. Se tendieron la mano.
- Gracias por dejarnos la granja.
- Gracias a ti por la contribución, hombre - dijo Theresa riéndose. - Bueno, nosotros tenemos cosas que hacer. Si nos necesitáis estaremos en el establo. La granja es vuestra, hacer lo que queráis, pero dentro de un cierto límite, ya sabéis.
- Sí, gracias - respondió Harry.

Nos despedimos de los dueños. Yo seguía con Danke en brazos, parece que estaba cómodo y que no se quería ir.

- Bueno, es tu sorpresa, tú decides.
- ¿Enserio? - le dije.
- Claro, ¿qué quieres hacer primero?
- Mmm, ordeñar a una vaca.- dejé al adorable perro en el suelo.
- ¿Odeñar? - asentí - ¿Y no prefieres hacer otra cosa como, no sé, dar de comer a los cerdos? - negué la cabeza.
- "Tu sorpresa, tú decides". - dije imitándole.
- Es que... Nunca he ordeñado a una vaca.- me dijo pasándose una mano por el pelo.
- No pasa nada, yo te enseño.

Tiré de su mano y nos acercamos a una vaca. Lo primero que hice fue amarrar con una cuerda la vaca escogida a un poste.

- A ver, Harry, ahora hay que hacer las cosas con delicadeza - le indiqué - Limpia las ubres con agua.
- ¿Ubres?
- Las tetillas, novato. - asintió - Ahora hay que poner un cubo debajo - así hizo - Aplicamos vaselina, y cogemos dos ubres en diagonal - puso las manos de esta forma - Muy bien, dentro de poco te veo ordeñando vacas. - Le sonreí y le di un beso en la mejilla mientras sujetaba las ubres - A ver, ahora solo tienes que exprimir hacia abajo y ya está.
- ¿Y ya? ¿Así de fácil?
- Sí, así de fácil.
- Pues creía que sería peor. 
- Porque eres un tiquismiquis.
- Y tú una campechana. - le miré con cara de odio mientras el retiraba el cubo lleno de leche.
- Oh, retira lo que has dicho.
- Me da que no. - sonrió maliciosamente. Y yo, a modo de venganza, cogí el cubo de leche y se lo tiré por encima. 
- Para que aprendas, campechano - me burlé. Se quedó un tiempo callado hasta que levantó la cabeza y entrecerró los ojos.
- La has cagado. - me dijo lanzándose a por mí.

Antes de que me atrapase, eché a correr por toda aquella casa de madera. Él me perseguía. Para que tropezase, le puse algunos obstáculos en el camino, como montañas de paja, algún cubo, alguna caja que encontré por ahí. Pero como era muy listo, los esquivó cada uno de ellos.
Salí de aquel lugar y me quedé apoyada en la pared, para que él, cuando saliese, no me viese y creyese que había salido corriendo. Salió justo como había predicho, y cuando no miraba, me adentré de nuevo en la casa. Subí unas escaleras de metal que había y subí al pido de arriba. Me fui a una esquina y me escondí tras algunos de esos paquetes de paja. Estuve unos minutos escondida hasta que oí unos pasos abajo.

- Sé que estás aquí, eh. Sal de una vez. - silencio - Venga Megan, no te voy a hacer nada. - quise aguantarme las ganas de reír. Oí como subía la escalera - No te vas a escapar. - silencio, solo el sonido de sus pasos y de los animales - Antes no te iba a hacer nada, pero ahora por esconderte, vas a pagar. - me reí sin hacer ruido. Noté que se acercaba, mucho, asi que como un rayo, me puse de pie y eché a correr - ¡Sabía que estabas aquí! - le oí decir.

Yo me reía sin parar, a la vez que hacía una especie de "parkour" entre la paja. Pero sin esperarlo, me encontraba tumbada en el suelo con Harry encima mío.

- Te encontré - dijo antes de darme un beso en la nariz.
- Mmm, hueles a leche - le dije.
- ¿Y de quién es la culpa?
- Eh... ¿De Louis? - comenté haciéndome la inocente.
- Pobre Lou, le echas la culpa de todo. - reí - Por cierto, mereces tu castigo. - fruncí el ceño - No me pongas esa cara. Lo sabías muy bien. Asi que ración de cosquillas para la señorita.
- ¡No, Harry, eso no! - pero ya era demasiado tarde, porque sus dedos de movían por mi cintura bruscamente, provocándome que una ola de risa culminase en mí. - ¡Harry! ¡Por favor!
- Discúlpate y pararé.
- ¡Pero si empezaste tú con lo de campechana!
- Pero ahora estás bajo mi poder.
- ¡No me disculparé! - aumentó la intensidad - ¡Vale, vale! ¡Perdón, perdón, perdón!
- Eso ya está mejor - dijo parando. Exhalé un gran suspiro de alivio.
- Eres cruel, ¿lo sabes?
- Te encanta la faceta de chico malo de mí, admítelo.
- Oh sí, señores, me pone a cien. - rió.
- Pues a mi me pone que te hagas la dura y traviesa conmigo. - esta vez reí yo.
- Pareces Christian Grey.
- ¿Quién es Christian Grey? - puso cara de confuso y yo seguí riendo.
- Uno de un libro muy peculiar. No te pongas celoso Harold.
- ¿Celoso yo? Venga, un pin.
- Uf, pues qué pena. Iba a darte un beso para calmar los celos, pero ya veo que como no tienes, pues no hace falta el beso. Lástima - puse una cara de "qué pena".
- De repente me he puesto celoso. - dijo haciendo que me volviese a reír.
- Pues habrá que compensar. - me acerqué a él dándole otro de esos placenteros besos.

No sé cuánto tiempo estuvimos besándonos (solos besos, nada más, para aquellos mal pensados; que las granjas no son muy higiénicas), quizá solo segundos, o minutos, u horas. Lo único que sabía es que con él el tiempo corría a más no poder.
Cuando nos separamos estábamos sofocados y acalorados. 

- Creo que deberíamos bajar - dijo Harry - Que Theresa y Gerard van a pensar que estamos usando la granja como picadero. Y no les hará gracia - asentí con una sonrisa.

Bajamos al piso de abajo de la mano, y salimos al exterior. Aún no había oscurecido, pero el sol había disminuido la altura de su posición, aunque aún faltaban como dos horas a que se escondiese.

- ¿Qué quieres hacer ahora? - me preguntó.
- Mmm, dar un paseo. 
- Oh, ya sé a donde llevarte.
- ¿Otra sorpresa?
- Más o menos, pero esta está cerca.
- Ah vale. ¡Ey, mira! - señalé - ¡Danke! - él perro se acercó con ímpetu a nosotros, y le cogí. Me había enamorado de ese perro. - Si este perro pudiese besar, - le dije a Harry - te dejaría y me casaría con él. 
- ¿Asi que solo me quieres por los besos? 
- Claro, ¿lo dudabas?
- Y... ¿por algo más? - dijo levantando las cejas y sonriendo pícaramente. Me reí.
- Oh, Harry, Harry, ¿sabes lo que es la zoofilia? - para aquellos que no sepan, zoofilia = sexo con animales. Harry me fulminó con la mirada.
- Te la estas ganando eh, te la estás ganando... - me reí de él.

Andamos un poco más, hasta que en una parte el prado se estrechaba y acababa en un acantilado que tenía vallas en los bordes para que los animales no se cayesen. Si mirabas hacia abajo veías olas que rompían contra las paredes de tierra. Estaba en lo cierto cuando dije que el mar estaba cerca.
Era precioso. En ese extremo, había plantas que llegaban hasta la rodilla con muchísimas margaritas, como el típico valle hippie de las películas. Me recosté en él y cerré los ojos. Noté que Harry hacia lo mismo, pero que me levantaba la cabeza y la apoyaba en sus piernas para que luego no me doliese el cuello. Que cielo de chico.
Danke también siguió nuestro ejemplo y apoyó su cabeza y sus patas delanteras en mis piernas. Me podría quedar así toda la vida.
Abrí los ojos y me encontré con los de Harry, con sus ojazos verdes. Él no estaba tumbado como yo, sino sentado con las piernas estiradas. Levanté una mano y le retiré algún rizo de la frente y después lo dejé caer de nuevo. 

- Harry, gracias por todo esto - le dije. 
- Era lo mínimo - se acercó a mi cara y me dio un beso en la frente - Todo por hacerte feliz. - le pasé una mano por la mejilla acariciándole. De repente oí un ruido y me incorporé quedando sentada como Harry. Danke también lo hizo. En serio, adoraba a ese perro.
- ¡Ovejas! - dije alegremente.

En efecto, un rebaño con unas pocas ovejas, unas cinco o seis. Todas venían hacia nosotros, y parecía que eran de la granja, porque Danke fue hacia ellas y me mezcló jugando con alguna que otra.
Cuando estaban ya pegadas a nosotros, la mayoría se recostaron, mientras yo acariciaba la lana de su cuerpo.

- Mi sueño es tener una oveja. 
- Tranquila, que en nuestro futuro, tendremos una granja, y habrá decenas de ovejas. - cambié la postura, poniéndome enfrente de él mientras mi corazón iba a cien.
- ¿Así que quieres compartir tu futuro conmigo?
- Nada me alegraría más.
- ¿Te das cuenta de que llevamos dos días como novios y ya me estás diciendo que quieres pasar el resto de tu vida conmigo?
- Me doy cuenta perfectamente - sonrió - ¿O es que acaso tú no quieres?
- Joder, Harry, ¿cómo puedes ser tan tonto? - me lancé a él dándole un beso dejándole clara mi respuesta.
- Mira, ya lo tengo todo pensado. Nos casaremos en la playa - asentí - y pasaremos nuestra luna de miel en un paraíso exótico, como Indonesia o República Dominicana - sonreí como una tonta.
- ¿Y qué mas?
- Los primeros años los pasaremos viajando por el mundo.
- ¿Y qué mas?
- Viviremos en una casa enorme, con muchas habitaciones, jardín, piscina y por supuesto una granja - sonreí.
- Y...
- Estará cerca del mar, para poder hacerte el amor en la arena todas las noches con el sonido de las olas de fondo y la suave brisa de la costa. - me sonrojé.
- Mmm, me gusta. ¿Pero yo no voy a decidir nada?
- Claro, dime qué quieres.
- Dos hijas, y un hijo. Llamadas Elisabeth y Victoria, y el chico como su padre.
- ¿Harry?
- No, Zayn. - frunció el ceño - Claro que Harry. ¿Quién va a ser sino? - rió.
- Me gusta tu plan. Serán unos hijos guapísimos, al igual que su madre.
- De su padre también se van a llevar un buen material.
- Sacarán mi sex-appeal - reí - Y tendrán rizos, porque nuestro pelo es rizado.
- Cierto - suspiré alegremente - Harry, estamos planeando nuestra vida.
- Y lo por lo que veo va a ser perfecta. 

Se inclinó para besarme, quedando todo lo dicho como una promesa.

- ¿Qué ha pasado con la chica fría y borde que conocí hace dos meses? - dijo separándose.
- Que se enamoró - y tras decir esto, entre ovejas, el mar y un precioso perro, le di el beso más sentido que nunca llegué a dar antes.

5 comentarios:

  1. hola!! soy nueva!! una amiga me comento q estabas escribiendo este blog y empece a leer ayer y ya voy por aqui!! llevo 2 dias mala en casa y no he hecho otra cosa q leer!! jajajaja es precioso!!! ya me gustaria a mi tener un novio como ellos jajajaja. Lo unico q me ha rallado un poco es q dijeses q al san bernardo que tenia 4 años le cogias en brazos cuando oos san bernardos de 4 años son ENORMES!!! Bastante mas altos (si se ponen de pie) que la mayoria de jovenes y/o adultos. Por lo demas esta genial sigue asi!!

    ResponderEliminar
  2. Aiiiins pues me alegro de que te gustee, bendita amiga la tuya ajajajja
    y por cierto que te mejoreees:)
    con lo del perro me has pillado. La verdad es que no tengo nidea de perros, pero ni idea, pensé en una razaque me sonase y me dije: Ey, San bernardo!
    pero bueno, ajajajja, confiemos en que Megan tenga una fuerza sobrehumana
    muchisimas gracias por el comentario:):):)
    Besoteees:)

    ResponderEliminar
  3. pero quer te puedo decir nose cada vez me quedo mas y mas sin palabras es maravilloso

    ResponderEliminar
  4. Una amiga me recomendó tu blog hace poco y estoy superenganchada,no puedo parar de leer.INCLUSO SUEÑO CON CON LA HISTORIA!!!!!

    ResponderEliminar